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jueves, 8 de diciembre de 2011

Vida, Muerte y Amores venenosos parte II

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Lo que no recuerdo
 – Publicada el 18 de septiembre de 2011-


Lo único que no me acuerdo es eso. Incluso puedo dar detalles sin importancia de todo lo que hice ese día. Su cara miraba vaya saber a dónde mientras me hablaba. Mi madre nunca tuvo mucho tacto, nunca disimulaba. Si se tiene una madre así uno puede soportar lo que sea.
-No te olvides la campera, hoy va a hacer frío. Cuidado por donde andás que están robando, lo vi en la tele. Esperá, no te vayas sin comer, dale comé algo.
-Se me hace tarde mamá, no tengo tiempo ¡Chau, chau, me voy!
Hacía ocho meses que buscaba trabajo, así que debía ser puntual. Yo ya había perdido las esperanzas, pero con esta entrevista al parecer la mala racha se cortaría.
-Cualquier cosa te llamamos, tenemos tus datos.- Lo mismo de siempre.
Me subo al colectivo después de esperarlo un buen rato. Mi humor no era el mejor. Trato de dormir, pero atrás mío hay un imbécil que no para de vociferar. Miro por la ventanilla, ¡Qué paisaje! La gente amuchada como ratas o piojos, criaturas despreciables. Como es la gente. No es un viaje emocionante, para nada. El tipo de atrás sigue hablando sobre unos videojuegos que le trajeron el fin de semana. Para colmo la ventanilla no cierra. Mamá tenía razón con lo de la campera, ¿por qué no le hice caso? Vi desde el colectivo ese lugar en el parque donde besé por única vez a Julia. A mi mamá no le gustaba ella y la chica se dio cuenta. Me dijo que éramos buenos amigos, que mejor sigamos siéndolo. Después de eso la vi cada vez menos, pero supe que estaba de novia con un idiota que conozco. ¡Qué desperdicio! Me molesta todavía un poco eso, pero nunca dije nada. Se subieron dos enfermeras, eran muy bonitas. El de atrás cuenta algo sobre un accidente, aunque no quiera escucharlo no lo puedo evitar.
-¿Pero qué es ese olor?- pensé en voz alta.
-¡Terrible!- El de atrás sigue contando.- Le quedó el zapato mirando para atrás. La culpa no fue del taxista, el tipo cruzó cuando le cambió el semáforo. Daba impresión verlo.
-No falta mucho para el hospital, ya bajamos.- Le recuerda el otro.
Cuando bajan veo que tiene el brazo lleno de pus que traspasa un sucio vendaje, ese era el olor. Mi viaje duraría al menos una hora más. Finalmente pude dormir un poco. En mis sueños estaban esos ojos grises, inexpresivos, ciegos y fijos. Una cara bonita con una palidez mortuoria. No se parecía, pero estoy seguro de que ese cadáver ante mí era Julia. Me despierto y me doy cuenta de que me pasé una parada. Juro que es todo lo que recuerdo. Algo pasó y entiendo que no me lo crean. No me acuerdo cuando ni como llegué a mi casa. Tampoco sé por qué mi madre estaba despedazada, ni la causa de mi ropa ensangrentada, ni cuándo vino la policía. No me acuerdo, la verdad es que no me puedo acordar. Señor Juez, hoy soñé con mi mamá, pero juro que soy inocente.
Víctor Fuentes fue hallado culpable de homicidio agravado por el vínculo y condenado a cadena perpetua. Los que lo conocen dicen que es un hombre pacífico, ocupado sólo de sus propios asuntos. Nunca confesó ningún crimen.  Fue trasladado al penal de Batán, Provincia de Buenos Aires. El caso trascendió fronteras, conocido como "el hombre lobo argentino". En la Televisión ahora no se habla de otra cosa: encontraron desmembrados a mordidas a todos reclusos del pabellón ocho. De Fuentes no se sabe más nada. 


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