La semblanza a Murmullo
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En las trasnoches insomnes de los jueves, mejor dicho viernes a la madrugada, sorpresivamente, casi como al pasar por donde uno no va habitualmente, estaba él, “Murmullo”, su voz con tono muy amable y a la vez irónica, invitaba a prestar atención a sus relatos.
En ellos, nos contaba de los tiempos viejos, de los orígenes del tango, de personajes simpáticos y no tanto, transportándonos a la época de los malevos, el trencito de la basura que te llevaba a los bajos fondos, la comunidad del conventillo, entre otras. Nos explicaba el significado y la etimología de las palabras usadas en el lunfardo, a la vez que lo musicalizaba con muy lindas canciones que ilustraban perfectamente lo que narraba.
Resulta muy útil para la cultura recordar estas cosas, dijo, para que no perdamos nuestra identidad y caigamos en la globoludización. Nos aconsejo que prestemos atención y que no compremos espejitos de colores, que no nos dejáramos engañar, que los libros no muerden, que vallamos a la biblioteca o por lo menos leamos algo, nos dice que “la cultura es el único bien que se incrementa con el uso”. Muchos le hacemos saber que nos gusta lo que hace, algo que el siempre responde emotivamente, que es un gran honor y un orgullo difundir la cultura popular y que le hace feliz que no caiga en sacos rotos.
