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lunes, 12 de diciembre de 2011

Selva oscura - Dante Alighieri

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DIVINA COMEDIA
Dante Alighieri 
-traducción de Ángel crespo-



INFIERNO

CANTO I
-Selva oscura-





Nel mezzo del cammin di nostra vita
mi ritrovai per una selva oscura
ché la diritta via era smarrita.


A mitad del camino de la vida
   yo me encontraba en una selva oscura,
   con la senda derecha ya perdida.
                                                                3
¡Ah, pues decir cuál era es cosa dura
   esta selva salvaje, áspera y fuerte
   que en el pensar renueva la pavura!  
                                                        6
Es tan amarga que algo más es muerte;
   mas por tratar del bien que allí encontré
   diré de cuanto allá me cupo en suerte.  
                                                               9
Repetir no sabría cómo entré,
   pues me vencía el sueño el mismo día
   en que el veraz camino abandoné.                                      
                     12
Mas tras llegar al cerro que subía
   allí donde aquel valle terminaba
   que con pavor a mi alma confundía,                       
                                15
al mirar a la cumbre, vi que estaba
   vestida de los rayos del planeta
   que el buen camino a todos señalaba.                       
                              18
Quedóse la aprensión un poco quieta
   que de mi corazón adolorido
   en el lago duró la noche inquieta.                             
                               21
Y como aquel que con aliento ardido,
   del piélago salido a la ribera,
   mira al agua que casi le ha perdido,                         
                               24
mi alma, que fugitiva entonces era,
   volvióse a contemplar de nuevo el paso
   que no atraviesa nadie sin  que muera.                    
                               27
Tras reposar un poco el cuerpo laso,
   mi camino seguí por tal desierto,
   más bajo siempre el pie que no da el paso.              
                               30
Y, apenas el camino me hube abierto,
   un leopardo liviano allí surgía,
   de piel manchada todo recubierto;                             
                              33
parado frente a mí, frente me hacía
   cortando de ese modo mi camino,
    y yo, para volver, ya me volvía.                                                        
      36
Era el tiempo primero matutino
   y se elevaba el sol con las estrellas
   que estuvieron con él cuando el divino
39
amor movía aquellas cosas bellas;
   y esperar bien podía, y con razón,
   aunque a la fiera moteada viese,
42
la hora del alba y la dulce estación;
   mas no sin que temor me produjese
   la imagen, que vi entonces, de un león.
45

Questi parea che contra me venisse
con la test'alta e con rabbiosa fame,
sì che parea che l'aere ne tremesse.


Me pareció que contra mí viniese,
   alta la testa y con hambrientos ojos,
   que parecía que el aire le temiese.
48
Y, una loba, que todos los antojos
   alojar semejaba en su magrura
   y a muchos procuró duelo y enojos,
51
me llenó de inquietud con la bravura
   que veía lucir en su mirada
   y perdí la esperanza de la altura.
54
Y, como aquel que goza en la jornada
   de la ganancia y, cuando llega el día
   de perder, llora su alma contristada,
57
así la bestia, que hacia mí venía,
   me empujaba sin tregua, lentamente,
   al lugar en que al sol no se le oía.
60
Mientras me deslizaba en la pendiente,
   ya mi mirada había descubierto
   a quien por mudo di, por silente.
63
Cuando le contemplé en el desierto,
   «¡Apiádate», yo le grité «de mí,
   ya seas sombra o seas hombre cierto!»
66

Respondióme : «Hombre no, que hombre ya fui,
   y por padres lombardos engendrado,
   de la mantuana patria. Yo nací
69
bajo Julio, aunque tarde, y he morado
   en la Roma regida por Augusto,
   la que a falsas deidades ha adorado.
72
Poeta fui, canté entonces al justo
   hijo de Anquises, que de Troya vino
   cuando el soberbio Ilión quedó combusto.
75
¿Mas por qué vuelves tú al amargo sino,
   por qué no vas al monte complaciente
   que de todos los goces es camino?»
78
«¿Eres tú aquel Virgilio y esa fuente
   de quien brota el caudal de la elocuencia?»
   le respondí con vergonzosa frente.
81
«De los poetas el honor y la ciencia,
   válgame el largo estudio y gran amor
   con que busqué en tu libro la sapiencia.
84
Eres tú mi maestro, tú mi autor:
   tú solo aquel del que he tomado
   el bello estilo que me diera honor.
87

Vedi la bestia per cu' io mi volsi;
aiutami da lei, famoso saggio
ch'ella mi fa tremar le vene e i polsi


Mira la bestia que hacia atrás me ha echado,
   sabio famoso, y ahórrame su ultraje;
   por ella pulso y venas me han temblado».
90
 «Te conviene emprender distinto viaje».
   me respondió mirando que lloraba,
   «para dejar este lugar salvaje:
93
Que esta, por la que gritas, bestia brava
   no cede a nadie el paso por su vía
   y con la vida del que intenta acaba;
96
y es su naturaleza tan impía
   que nunca sacía su codicia odiosa
   y, tras comer, tiene hambre todavía.
99
Con muchos animales se desposa
   y muchos más serán hasta el momento
   en que le dé el Lebrel muerte espantosa.
102
No serán tierra y oro su alimento,
   sino amor y sapiencia reunidas;
   tendrá entre fieltro y fieltro nacimiento.
105
Verá Italia sus fuerzas resurgidas
   por quien, virgen, Camila halló la muerte
   y Euríalo, Turno y Niso, con heridas.
108
De un pueblo y de otro lo echará, de suerte
   que habrá de dar con ella en el Infierno,
   del que la envidia prima la divierte.
                                                                                      111
De donde, por tu bien, pienso y discierno
  que me sigas y yo seré tu guía,
   y he de llevarte hasta el lugar eterno
114
donde oirás espantosa gritería.
   verás almas antiguas dolorosas:
   segunda muerte lloran a porfía;
117
verás gentes también que son dichosas
   en el fuego, que esperan convivir
   un día con las almas venturosas.
120
A las cuales, si aspiras a subir,
   más que la mía existe un alma pura:
   con ella, al irme yo, te veré ir;
123
que aquel emperador que hay en l altura,
   puesto que fui rebelde a su doctrina,
   que yo no llegue a su ciudad procura.
126
A todo desde allí rige y domina;
   allá están su ciudad y su alta sede
   ¡feliz aquel a quien allí destina! »
129
Y dije yo: «Poeta, pues lo puede
   aquel Dios que tú nunca has conocido,
   de este mal libre, y de otro mayor, quede;
132
llévame donde ahora has comprometido,
   y las puertas de Pedro vea un día,
   y a los de ánimo triste y afligido».
Él echó a andar, y yo detrás seguía.
136






Allor si mosse, e io li tenni dietro.


FIN DEL CANTO I




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